Cosas que me sorprenden…


…cada uno es como es y baja las escaleras como quiere…

…pero, con el debido respeto y consideración, cuya vida guarde Dios a usted muchos años

Expongo:

5 de junio «Día mundial del Medio Ambiente

El 5 de junio, el <ponedor de días oficiales>, dice que ha sido el “Día mundial del Medio Ambiente”. El pasado 3 de junio fue el “Día mundial de la Bicicleta” y entre otros muchos, el próximo día 17 de junio es el ”Día internacional del Surf”.

Me he fijado en estos tres días porque para mi tienen mucho significado, como otros muchos, pero a estos les doy más importancia.

Empiezo por el “Día mundial del Medio Ambiente”. En este día, sin que yo tuviera nada que objetar, nací hace bastantes años. Nadie me pidió permiso ni yo podía saber que el 5 de junio se le iban a adjudicar al “Medio Ambiente”. Años atrás y ahora, con suficientes años de experiencia, me resulta agradable y a la vez triste esta coincidencia.  Agradable porque aparte de tener la sangre roja, físicamente,  circulando por mis venas como todo el mundo, la tengo también mentalmente y,  afortunadamente, no soy de sangre azul en ningún sentido. Respecto a la relación del color #Verde con el medio ambiente y la belleza de este planeta, no con ese color verde usurpado por la extrema derecha, también me siento orgulloso, activista y defensor de esta Tierra, que cada día se va deteriorando por la estupidez de los humanos, esa especie que dicen es superior. Por ese deterioro,  me siento triste, porque me duele que un planeta tan bello, necesario y único, nos lo estemos cargando en plan egoísta sin pensar en las próximas generaciones.

Respecto al “Día mundial de la Bicicleta” pues también es un día agradable para mi, aunque sea simbólico para algunos. Desde muy pequeño, como casi todos los niños, aprendí a montar en bici. Sin embargo si para muchos es una época que pasa, en mi caso me ha seguido acompañando la bici en mi vida y usándola hasta ahora, y van unos cuantos años. No voy a soltar los tópicos sobre su disfrute y ventajas, creo que son evidentes, pero enganchando con el “Día del Medio Ambiente” la bici debería ser un artilugio de transporte en las ciudades para combatir el Cambio Climático, en sustitución, en muchos casos del coche. Esa máquina, que puede ser necesaria, pero que mata si no se usa adecuadamente, implantada en nuestra sociedad como una prótesis social.  El coche es el responsable de muchas muertes por accidentes, de los grandes índices de contaminación en las ciudades, del daño al planeta Tierra y consecuentemente de perjudicar a la salud de las personas. Trabajo y seguiré trabajando por cambiar el modelo de Movilidad para que sea más sostenible y “Mi querida bicicleta” como decía Miguel Delibes, seguirá siendo la protagonista y mi aliada hasta que deje de surfear.

En relación al “Día internacional del Surf” no lo analizo desde el punto de vista deportivo, como de hecho tiene su sentido. Para mi, como psicólogo y en base a mi experiencia en la vida con las personas más próximas y queridas, “surfear” supone hacerlo en el día a día, sin agua, metafóricamente. En los momentos buenos y en los malos. Aprender a lo largo de los años, primero a colocarte en la tabla y luego a mantenerte. Con el tiempo coger la ola y en determinados momento estar en la cresta y creerte el mejor, invencible, en la cúspide, hasta que te viene el primer revolcón y entonces te empiezan a surgir dudas. Con el tiempo aprendes, o mejor dicho intentas surfear cada día, tratando de mantener el equilibrio. En ocasiones con mar calma, disfrutando de esa tranquilidad aunque no estés subido sobre la tabla. En otras ocasiones con mala mar, surfeando con lo que toca. Siempre intentando aprovechar el momento, tratar de estar feliz, de disfrutar de las pequeñas cosas, sin que una mala ola te lleve por delante y no consigas sacar la cabeza a flote.

El pasado día 5 de junio, “Día del Medio Ambiente” un par de locos bajitos me han felicitado cuando iban al cole, andando con su madre. Saben montar en bici muy bien y desde muy pequeños, alguien les ha enseñado. Me han hecho feliz, al menos éste día le he disfrutado, un día menos en el ciclo vital.

Un buzón atípico, el 82B, en una calle cualquier

Paseando entre la casas de un pueblo costero, con un urbanismo demencial, como en casi todas partes, en donde conviven edificios de antaño, que revelan su tradición pesquera, con moles horribles de viviendas construidas en cualquier hueco y de cualquier manera. Un urbanismo sin planificación, con mucho «feísmo», en donde el verde, los árboles no existen. En ese escenario me he encontrado con el buzón atípico de la imagen que acompaña a este texto.

Tirando de la memoria, me he acordado, de hace 55 años, cuando era niño y el cartero repartía las cartas en aquellas casas de protección oficial construidas por el Ministerio de la Vivienda franquista, con su placa falangista con el yugo y las flechas en la entrada de cada portal. Casas modestas de cuatro alturas con ocho viviendas.

El cartero llegaba todos los días laborales a la mismas hora, uniformado de gris con una gorra de militar y cargado con una especie de mochila grande y pesada de cuero, con correas para evitar que se cayeran las cartas y que llevaba en bandolera. Como en esa época, años 60, no había buzones, cuando tenías carta, entraba en el portal, tampoco había porteros electrónicos, utilizaba un silbato como los árbitros de futbol, que soplaba con fuerza y después gritaba el apellido del titular de la familia,  esperando a que alguien bajara a recoger la correspondencia. 

Las cartas con esos requisitos del nombre del destinatario, domicilio,  remitente y los imprescindibles sellos con el importe en función de la distancia y el peso, se compraban en los Estancos. Los sellos eran un elemento de coleccionistas que se valoraban mucho y más si eran extranjeros. Se compraban en los Estancos, que en esos tiempos se adjudicaban preferentemente a personas con discapacidad, viudas, huérfanos, militares retirados, etc. A pesar de faltar algún dato del titular en las cartas, en ocasiones, Correos era como el CNI y conseguía adivinar el destinatario y entregar la correspondencia.

Las cartas, en la mayoría de los casos eran de familiares que vivían en otras ciudades y que mantenían correspondencia un par de veces al año, salvo que hubiera una desgracia, en cuyo caso se utilizaba el teléfono fijo y luego las condolencias por escrito que era más suave de expresar. Tampoco solía haber muchas cartas salvo en Navidades en que llegaban bastantes postales navideñas. El cartero, que no debía de tener unos grandes ingresos, sabía que esas fecha era la oportunidad de sacar el aguinaldo, por lo que subía las cartas a la casa en fecha próxima a la Nochebuena. Para la mayoría de las familias era una tradición darle algo y mejor mantenerla, por si acaso. Ese era el sistema del servicio de Correos en esa época.

Con los años siguieron los carteros, pero poco a poco todo fue cambiando. Se pusieron los buzones y se instalaron los modernos porteros electrónicos para que no entrara gente ajena a las viviendas. Su método de trabajo cambió, como todo. Se acabaron también los aguinaldos y poco a poco también el repartir las cartas andando y con la mochila a cuestas. Las motos, los coches, la modernidad y la contaminación se fueron imponiendo, era el avance de la sociedad. El coche para cualquiera era un signo de distinción social y de avance para una empresa moderna como Correos.

Y de aquellos servicios de reparto de correspondencia, ahora no queda apenas ni rastro. De vez en cuando llega una carta normal o carta certificada de algún organismo oficial. Los buzones actuales son más bien de adorno y solo sirven para la publicidad, aunque tampoco, ya que hay un buzón externo para dicho cometido a la entrada de portal.

El servicio estatal de Correos se ha adaptado a los tiempos modernos. Estamos en el siglo XXI, en un mundo global para todo, el de las denominadas nuevas tecnologías. Ahora hay muchas empresas de reparto, pero de paquetes, de muchos productos adquiridos por Internet que vienen de cualquier parte del mundo. Cientos de empresas de mensajería y vehículos moviéndose por las ciudades, por los pueblos, hasta el rincón más lejano. Paquetes que llegan en 24 horas, cada vez más rápido. Repartidos por trabajadores y trabajadoras estresados, que te llevan a casa lo que sea y si no estás no hay problema, con el teléfono móvil estás localizado. No hay que perder tiempo, hay que cumplir los objetivos de la empresas. ¿Y Correros?, aquel Correos de aquel cartero de antaño, también se ha adaptado a los tiempos actuales, al mismo juego.

¿Y las cartas tradicionales para comunicarse la gente? pues tampoco se lleva eso. Ahora con Internet, con App’s como el Whatsapp o Telegram, mensajería instantánea, todo solucionado y a la velocidad de la luz. El correo electrónico, pues también va cayendo, a pesar de ser digital. Las cartas a mano y metidas en un sobre ya no tienen destinatario, están muertas.

Y del buzón atípico de una calle cualquiera, el de la foto, el buzón del número 82B, ¿no se para que servirá? No creo que llegue ninguna carta de ningún cartero, pero para la foto ha venido bien.

¿Llevamos máscara para relacionarnos?

Cada individuo tiene su identidad, o mejor dicho va conformando diferentes identidades, a modo de capas de cebolla, como una cartografía vital. Hay un libro muy interesante, que a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, sigue teniendo sentido, «Identidades asesinas» de Amin Maalaouf, cuya presentación dice:

«Identidades asesinas es una denuncia apasionada de la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión. Una locura que recorre el mundo de hoy desde Líbano, tierra natal del autor, hasta Afganistán, desde Ruanda y Burundi hasta Yugoslavia, sin olvidar la Europa que navega entre la creación de una casa común y el resurgir de identidades locales en países como el Reino Unido, Bélgica o España. Desde su condición de hombre a caballo entre Oriente y Occidente, Maalouf intenta comprender por qué en la historia humana la afirmación de uno ha significado la negación del otro. Pero al mismo tiempo rechaza la aceptación resignada y fatalista de tal hecho. Su mensaje es que se puede ser fiel a los propios valores sin verse amenazado por los de los demás». Hablando de guerras ahora toca Rusia atacando a Ucrania, estamos en el siglo XXI, en Occidente.

¿Nos ponemos la máscara para camuflar nuestras diferentes identidades? Cuando eres joven, dependiendo del entorno y contexto social y de tu temperamento, te pensarás mucho cómo mostrarte, si te pones o no esa máscara que todos tenemos. Sin embargo a medida que se forja tu carácter con el paso del tiempo, es muy posible que esa experiencia que vas cogiendo haga que te vayas olvidando de la máscara y que te muestres tal y como eres. Cómo tus diferentes identidades se van mostrando, pero ya en abierto, con reflexiones, con argumentos que avalan tu punto de vista. Tu manera de ver el mundo. Defiendes tus ideas y no tienes ningún problema para mostrarlas. Los años te han hecho madurar, te expresas sin máscara. A medida que transcurre nuestra vida y vamos cogiendo experiencia, quizás, nos preocupe menos fingir frente a los demás.

Si embargo, el eterno sentimiento de pertenencia a un grupo, a una etiqueta, hace que surjan los conflictos. Los tenemos desde los aspectos más básicos como puede ser el fútbol, hasta otros de mayor importancia en nuestras vidas, como la política en su amplio concepto. Partidos políticos con etiquetas de derechas o izquierdas, con grados intermedios y en los extremos. Broncas entre humanos que no son capaces de equilibrar las situaciones, de buscar un punto de entendimiento, de tener respeto y empatía.

La máscara puede ser interesante para jugar al despiste, para que el otro no sepa cual es tu identidad en cualquier tema social.

¿Y si nos empezamos a quitar esa máscara y conseguimos entendernos de una vez por todas?

¡Utopía!

Una de perros y personas

Cada vez es más frecuente ver perros paseando a personas por todas partes. También cada vez es más frecuente verles vestidos, pocos van desnudos con su piel de nacimiento, pero sí con una indumentaria curiosa, con ropa para el frío, para la lluvia, con camisetas en verano y con la correa al cuello, no vaya a desmadrarse. En poco tiempo irán con calzado, que se lo quitará su amo en casa, en donde les pondrán las zapatillas y porqué no, una bata para estar calentitos en el dulce hogar probablemente de pocos metros. Esa es la evolución natural que diría Charles Darwin, pero por culpa de los humanos, esa especie que dicen es superior.

Pero lo que me sorprende en muchas ocasiones son las combinaciones de persona/as, perro/os, perro/os, persona/as. Puedes ver a parejas de jóvenes, o de adultos, paseando cada uno con un perro, dos o varios. O ha parejas con un niño y otro en el cochecito, también con uno o dos perros a cada lado del mismo. Desconozco el trabajo o el placer que puede tener vivir con un perro, o con dos como mínimo, pero si se el tiempo, dedicación, esfuerzo y responsabilidad que requiere la educación de los hijos. Repartir en el día a día esos quehaceres entre perros y personas, tengo la sensación de que no es nada fácil.

Desde el aspecto psicológico, sin duda, a muchas personas que viven solas, que muchas son mayores, un perro le puede aportar mucho y seguramente más cariño y afecto que un humano. Así mismo hacen una gran labor social sacando a pasear a sus dueños, les apetezca o no, todos los días, cuando llueva o haga frío, o les hacen madrugar para hacer sus necesidades, que encima tienen que recoger o deberían recoger con una bolsa.

Ya no son los perros como antes, cuando eras un niño. Antes los perros iban sueltos, muchos eran callejeros que andaban a su aire por las calles, por los pueblos. Comían lo que sobraba o lo que pillaban. Ligaban con la primera que pillaban y lo hacían en directo, ahora muchos están rea-condicionados. Por supuesto callejeaban sin correas de diseño como las de ahora, con hueso y bolsita para recoger los excrementos. Eran libres, eran chuchos de la calle, no había perreras ni policía municipal que los atrapase a lazo.

Ahora para soltar al perro tienes que aprovechar el invierno y si tienes playas, en las playas. El espacio se comparte con los paseantes tranquilos que van a tomar el aire sin perro, pero que tienen que sortear a estos. Algunos, del tamaño de un Miura, con ese instinto de estar libre y correr desbocados, te pueden llevar por delante, pero tranquilo su amo te dirá !No muerde,! después de darte un susto de la leche. Eso que el perro no tiene la culpa.

En estos tiempos sientes pena de esos pobres animales, totalmente adiestrados y sumisos a las gracias y juegos de sus amos. Lástima, vida de perros.

En fin, que al menos, circunstancialmente, los aparca-bicis sirven también como aparca-perros, como se puede apreciar en la imagen, algo poco habitual. Sin embargo prefiero que haya bicis que perros, cada cosa en su sitio.

Móviles hasta en la Sopa

Monte Tolio, Piélagos, Cantabria

Está claro que cada uno hace lo que quiere, cuando quiere y en dónde quiere, pero hay espacios que resulta sorprendente elegir y disfrutar entre unas buenas vistas y el aire fresco, al uso del móvil.

Normalmente la gente llega a un bonito lugar, lo primero que hace es: sacan el móvil para hacerse un selfie, después teclean y se lo mandan a sus amistades para fardar y transmitir la felicidad que les embarga, luego miran los mensajes o lo que sea y por último, quizás, miren el paisaje.

¿Verdaderamente es muy importante lo que aparece en el móvil, urgente, imprescindible atender? ¿Para qué has ido a ese lugar?

Con bastante frecuencia los medios de comunicación y muchos profesionales, avisan de la adicción a los móviles. Independientemente de eso, que es un problema tanto físico, los ojos, como mental que es más importante, disfruta de la naturaleza y guarda el móvil.

La naturaleza es un entorno que, quiénes lo hemos sentido siempre desde pequeños hasta adultos, te llena de placer y no te aburre, eso si que es una droga sana.

Pero por otra parte, esta sociedad lo ha colocado como un menú necesario para muchas personas, que ni tienen sensibilidad para apreciar ese entorno, ni les interesa, ni lo aprecian, pero como toca y lo hace la mayoría , ellos también.

La verdad, mejor que se quedan en casa, en la ciudad, en su entorno natural y por favor gobernantes, los bancos en la ciudad, dejen la naturaleza tal cual no sean tan simples de preocuparse tanto por nosotros.

Por cierto, pido perdón por usar el móvil para tirar la foto, pero es que soy adicto a la fotografía y mucho más a la naturaleza.

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